Noticias de la Diócesis de Allentown

Reflexión sobre el Evangelio: V Domingo Ordinario

Primera lectura

Jb 7, 1-4. 6-7

En aquel día, Job tomó la palabra y dijo:
"La vida del hombre en la tierra es visa de soldado
y sus días, como días de un jornalero.
Como el esclavo suspira en vano por la sombra
y el jornalero se queda aguardando su salario,
así me han tocado en suerte meses de infortunio
y se me han asignado noches de dolor.
Al acostarme, pienso: '¿Cuándo será de día?'
La noche se alarga y me canso de dar vueltas
hasta que amanece.

Mis días corren más aprisa que una lanzadera
y se consumen sin esperanza.
Recuerda, Señor, que mi vida es un soplo.
Mis ojos no volverán a ver la dicha''.

Evangelio

Mc 1, 29-39

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús. Él se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles.

Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era él.

De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron: "Todos te andan buscando". Él les dijo: "Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido". Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.

Reflexión

En las lecturas de hoy, nos encontramos con dos perspectivas distintas sobre el sufrimiento y la sanación.

En la Primera Lectura, Job expresa su desánimo frente a sus circunstancias desafiantes, compartiendo abierta y sinceramente su dolor. Una vida corta, noches problemáticas y un corazón inquieto - este pasaje del Libro de Job articula poderosamente la experiencia humana del sufrimiento y la profunda angustia que a menudo lo acompaña. Las palabras de Job reflejan las emociones crudas y las preguntas que pueden surgir cuando nos enfrentamos a un sufrimiento intenso. Sirve como recordatorio de que el sufrimiento es una experiencia universal y que incluso las personas más justas pueden enfrentar grandes pruebas.

En el Evangelio, escuchamos cómo Jesús se acerca a la suegra de Simón y la sana de una fiebre inmediatamente después de enterarse de su enfermedad. Aquí, presenciamos dos individuos experimentando diferentes formas de sufrimiento: uno recibe una sanación inmediata, mientras que el otro soporta un período prolongado de sufrimiento antes de encontrar finalmente sanación y respuestas a sus oraciones. Similar a Job y a la suegra de Simón, también podemos encontrarnos en circunstancias donde experimentamos un sufrimiento que se resuelve rápidamente y otras veces en las que soportamos una angustia aparentemente sin esperanza y persistente.

Un aspecto intrigante del Evangelio revela a Jesús levantándose muy temprano antes del amanecer mientras todos los demás dormían para orar en un lugar desierto. Mientras él oraba, Simón y los demás lo encontraron e informaron que todos lo estaban buscando. Su respuesta es de acción: "Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido". Jesús, comprendiendo el sufrimiento de la humanidad, el anhelo de respuestas, sanación y libertad, era consciente de que había sido llamado y que era necesitado, y de que se le había encomendado la misión de proclamar la libertad a los prisioneros, de restaurar la vista a los ciegos y de liberar a los oprimidos. Este pasaje nos recuerda el poder y la compasión de Jesús, que trae sanación y liberación a aquellos que están sufriendo.

Reflexionando sobre estos pasajes, nos enfrentamos a la realidad del sufrimiento en nuestro mundo. Al igual que Job, podemos cuestionar el propósito de nuestro dolor y anhelar alivio. Sin embargo, en el Evangelio, vemos la esperanza y la sanación que Jesús trae. Él es la fuente de consuelo y restauración, ofreciéndonos un vistazo al amor y la misericordia de Dios. Frente al sufrimiento, estamos invitados a acudir a Jesús, quien comprende nuestro dolor y nos ofrece sanación y restauración. Así que hoy, acerquémonos a Él con la sinceridad de Job y la esperanza de los Apóstoles, confiando en que comprende nuestro sufrimiento, anhela consolarnos y sabe qué es lo mejor para nuestras vidas.

Por favor tengan la certeza de mis oraciones frente a Nuestro Señor, presente en el Santísimo Sacramento del Altar.

+ Obispo Schlert



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