Noticias de la Diócesis de Allentown

Reflexión sobre el Evangelio: Domingo de la Divina Misericordia

Segunda lectura

1 Jn 5, 1-6

Queridos hermanos: Todo el que cree que Jesús es el Mesías, ha nacido de Dios; todo el que ama a un padre, ama también a los hijos de éste. Conocemos que amamos a los hijos de Dios en que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos, pues el amor de Dios consiste en que cumplamos sus preceptos. Y sus mandamientos no son pesados, porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Y nuestra fe es la que nos ha dado la victoria sobre el mundo. Porque, ¿quién es el que vence al mundo? Sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios.

Jesucristo es el que vino por medio del agua y de la sangre; él vino, no sólo con agua, sino con agua y con sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.

Evangelio

Jn 20, 19-31

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.

De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".

Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré".

Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús añadió: "Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto".

Otros muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.

Reflexión

Las lecturas de hoy resaltan un tema constante: la fe.

La fe es tanto un regalo de Dios como la responsabilidad de un cristiano. Creer es posible solo por la gracia de Dios y la ayuda interior del Espíritu Santo, sin embargo, sigue siendo un acto auténticamente humano que no es contrario a la libertad humana o la razón.

La fe abarca dos aspectos: aceptar como verdadero lo que nuestras mentes no pueden comprender completamente y confiar en Jesucristo sometiéndonos a su autoridad.

En la Segunda lectura de hoy, escuchamos la afirmación de Juan: "Todo el que cree que Jesús es el Mesías, ha nacido de Dios". A través de nuestra fe en Jesucristo como el Hijo de Dios, nos convertimos en hijos del Padre.

Por esta razón, Jesús ordena al Apóstol Tomás: "No sigas dudando, sino cree". Luego, Él bendice a aquellos que creen sin ver. Pero el Señor es paciente con aquellos a quienes ama, y vemos esta cualidad en Él en el Evangelio de hoy.

Jesús saluda a Tomás por primera después de resucitar, quien se encontraba con los otros Apóstoles, diciendo "La paz esté con ustedes". Él no corrige inmediatamente a Tomás por su incredulidad, sino que en cambio, le da Su paz. Luego invita a Tomás a tocar Sus heridas, cumpliendo así su pedido. Solo entonces, después de permitir que Tomás confirme que verdaderamente es Él, le enseña a Tomás el valor de creer.

Hoy celebramos la fiesta de la Divina Misericordia, establecida después de la revelación de Jesús a una monja polaca, Santa Faustina Kowalska de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia, durante la década de 1930. Él le dio el título de "secretaria" de Su misericordia, confiándole como mensajera de Su amor misericordioso por cada alma. Compartió con ella que Su deseo era que todos conocieran y confiaran en Su misericordia.

Jesus le pidió a Santa Faustina que mandara a crear una imagen de Él mismo con dos rayos emanando de Su corazón - rojo simbolizando sangre y blanco simbolizando agua - acompañado por la inscripción "Jesús, en Ti confío".

Mis queridos hermanos y hermanas, el Señor anhela nuestra confianza en Su misericordia porque nuestra salvación depende de ello. Cuando confiamos en Su misericordia, creemos como verdadero aquello que nuestras mentes no pueden comprender completamente y afirmamos nuestra creencia en Su benevolencia y perdón. Aprovechemos la indulgencia plenaria que se nos ofrece en este día, y acerquémonos a Él con confianza, confiando en Su poder para perdonarnos y santificarnos.

Digamos juntos, "La misericordia del Señor es eterna. Aleluya".

Por favor tengan la certeza de mis oraciones frente a Nuestro Señor, presente en el Santísimo Sacramento del Altar.

+ Obispo Schlert



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