Noticias de la Diócesis de Allentown

Reflexión sobre el Evangelio: XI Domingo Ordinario

Segunda lectura

2 Cor 5, 6-10

Hermanos: Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras vivimos en el cuerpo, estamos desterrados, lejos del Señor. Caminamos guiados por la fe, sin ver todavía. Estamos, pues, llenos de confianza y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor.

Por eso procuramos agradarle, en el destierro o en la patria. Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir el premio o el castigo por lo que hayamos hecho en esta vida.

Evangelio

Mc 4, 26-34

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha”.

Les dijo también: “¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra”.

Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.

Reflexión

La parábola en el Evangelio de este domingo nos dice que el hombre que esparce la semilla sin que él sepa cómo” la tierra produce una cosecha tan grande. Aunque él fue quien sembró las semillas en la tierra, el crecimiento real no fue su trabajo. Lo mismo ocurre con nuestros esfuerzos para llevar a otros a la Persona de Cristo. El Señor nos invita a cada uno de nosotros a ser sus instrumentos para esparcir semillas de fe. Sin embargo, Él es quien produce el crecimiento de las semillas.

Incluso, a veces puede ser muy difícil para nosotros confiar en que este crecimiento está ocurriendo, especialmente cuando no podemos ver nada florecer. Tal vez tengamos los argumentos más convincentes sobre el valor del cristianismo o las mejores estrategias para evangelizar a los jóvenes listas para ser puestas en práctica. Dios puede usar estas cosas para acercar a alguien más a Él. Sin embargo, también puede estar obrando lentamente en los corazones de esas mismas personas a las que queremos evangelizar. En su propio tiempo, Él puede invitarlos a ver el rostro de Cristo en los pobres o a experimentar su perdón en el Sacramento de la Penitencia de una manera más profunda de lo que podríamos imaginar. Nos invita a esparcir semillas, pero nos pide que le confiemos el crecimiento a Él.

Esto no significa que nuestros esfuerzos sean inútiles. En la Segunda Lectura, San Pablo escribe a los Corintios sobre la valentía de perseguir las cosas que dirigen nuestro enfoque hacia el Cielo. Esta fortaleza, que viene de Dios, nos anima a hacer nuestra parte en la evangelización y el testimonio de la fe en la que creemos con todo nuestro corazón. Sin embargo, también nos fortalece en esos períodos en los que esperamos pacientemente, cuando nuestros ojos no ven inmediatamente frutos abundantes. La valentía nos recuerda que no podemos estar sin esperanza.

Al reflexionar sobre estas lecturas dominicales, estamos invitados a confiar todo este trabajo evangelizador al Verdadero Creador, el Señor. Oramos para que las semillas que plantamos sean utilizadas por el Señor para producir grandes frutos, y para que seamos lo suficientemente humildes como para conocer nuestro papel en su Plan Divino.

Por favor tengan la certeza de mis oraciones por ustedes frente a Nuestro Señor, presente en el Santísimo Sacramento del Altar.

+ Obispo Schlert



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