El Obispo Schlert celebró una Solemne Misa Pontifical por el Papa Francisco en la Catedral de Santa Catalina de Siena, en Allentown, a las 12:15 p.m. del viernes 25 de abril, un día antes del funeral del Papa Francisco en la Plaza de San Pedro. Sacerdotes de toda la Diócesis participaron en la Misa, y seminaristas del Seminario San Carlos Borromeo sirvieron en el altar. Todo el alumnado de la Escuela Regional Saint John Vianney, en Allentown, asistió para orar por el Pontífice fallecido, al igual que estudiantes y representantes de al menos media docena de otras escuelas diocesanas. Otros miembros de la comunidad de fieles comenzaron a llegar a la Catedral más de una hora antes del inicio de la Misa.
Las lecturas y las oraciones de los fieles se alternaron entre el español y el inglés, como un reconocimiento tanto a la comunidad diversa de creyentes como a la herencia argentina del Papa Francisco. Cuando el Obispo Schlert pronunció su homilía, también alternó entre ambos idiomas al expresar sus oraciones y su agradecimiento por el Papa y su legado.
El Obispo Schlert señaló que esta Misa y el fallecimiento del Papa Francisco representaban un momento significativo, especialmente para los niños de las escuelas, quienes probablemente no han conocido a otro Papa en sus vidas. Sin embargo, el tono de la Misa no fue de tristeza, ya que aunque el Obispo y todos los fieles lamentan la muerte del Papa Francisco, la alegría de la Pascua triunfa sobre toda muerte.
“Las oraciones y lecturas de la Santa Misa de hoy, durante la Octava de Pascua, no pueden cambiarse, ni siquiera por la muerte de un Papa”, destacó el Obispo Schlert. “La alegría de la Resurrección es simplemente así de grande”. Esta alegría, continuó, es importante recordarla en medio del duelo, porque “oramos para que el Papa Francisco haya entrado por las puertas del Cielo, que Jesús abrió para nosotros, y que todos podamos hacerlo algún día”.
El Obispo rindió homenaje al amor y la humildad que caracterizaron el pontificado del Papa Francisco. “El Papa Francisco abrió de par en par las puertas de la misericordia”, dijo el Obispo, “recordándonos que Dios nunca se cansa de perdonar... e incluso en sus últimos días, su mensaje permaneció igual: ámense los unos a los otros, caminen juntos y confíen en la misericordia de Dios”.
“Hoy, encomendamos el alma del Papa Francisco a los amorosos brazos del Buen Pastor”, concluyó el Obispo.
Dos estudiantes de la Escuela Secundaria Católica de Belén presentaron las ofrendas durante el ofertorio, escoltados por los Caballeros de Colón, mientras el coro interpretaba “Qué hermosos son los mensajeros” de Mendelssohn.
Mientras cientos de personas recibían la Sagrada Comunión, el coro entonó el himno “Yo Soy el Pan de Vida”, con el estribillo repetido “y yo te resucitaré, y yo te resucitaré, y yo te resucitaré en el día final”, lo cual estableció un vínculo conmovedor entre la alegría de la Resurrección de Jesús, la realidad de la muerte del Papa Francisco y la esperanza de que también él sea un día resucitado.
Fotos por Ed Koskey.