La celebración de las escuelas Católicas de este año llega en el momento adecuado. Ya sea que veamos el conflicto en el mundo o el tono negativo del discurso en redes sociales, hay muchas razones para estar desalentados. Una razón de optimismo es nuestro sistema de 34 escuelas Católicas que educan a poco menos de 9,000 estudiantes.
Nuestras escuelas están adoptando un sistema al que llamamos Educación Católica 3.0, una revitalización de la formación de la fe y una renovación de excelencia educacional. Vale la pena señalar que las dos primeras oleadas de educación Católica ayudaron a formar generaciones de Católicos durante cientos de años. La primera ola (1.0) sucedió a finales de 1800 cuando los obispos Católicos se reunieron en Baltimore para lo que llamaron un “concilio plenario”. Se decidió que las parroquias deberían tener escuelas Católicas para que los estudiantes estudiaran dentro de un ambiente lleno de fe.
En aquel tiempo, existía un sentimiento anti-Católico feroz dentro de una América predominantemente protestante. Los líderes Católicos sabían que la transmisión de la cultura y de la fe se perdería en un ambiente tan hostil. Las escuelas eran vistas como la mejor medida de la Iglesia para contrarrestar la cultura y garantizar un futuro sólido. A medida que más Católicos llegaron a los Estados Unidos, se construyeron más escuelas.
Este periodo fue la base de la educación Católica, llevando esto a la segunda ola (2.0). A través del tiempo, las escuelas Católicas descubrieron cómo alcanzar la excelencia en distintos frentes. Los graduados se convertían en jefes de justicia, astronautas y atletas profesionales. Los Católicos ya no eran rechazados por la cultura popular.
Las escuelas agregaron deportes, con ello se anexaron campos de césped artificial y pabellones deportivos. Las escuelas añadieron cursos de AP (materias avanzadas que preparan a los estudiantes para la universidad) y programas de honor, lo que mejoró la colocación en la universidad. También incorporaron STEM (acrónimo en inglés que hace referencia a Ciencia-Tecnología-Ingeniería-Matemáticas) en su plan de estudios.
Mientras el latido Católico de las escuelas iba decayendo. Las facultades que alguna vez estuvieron dominadas por religiosas se volvieron principalmente laicas. Menos sacerdotes dirigían las escuelas. Menor número de familias Católicas enviaban a sus hijos a estas escuelas. Las escuelas comenzaron a cerrar.
Dolorosamente (pero también afortunadamente), este periodo llevó a las escuelas a reconsiderar su misión principal: transmitir la fe Católica a sus estudiantes para que ellos pudieran luego transformar el mundo. Se dio origen a una nueva ola (3.0) con la aparición de escuelas clásicas, educación en el hogar y escuelas centradas en la fe. Algunas escuelas comenzaron de nuevo, mientras que otras renovaron su compromiso de colocar a Cristo en el centro de sus objetivos educativos.
¿Qué significa ser escuelas centradas en la fe? En Allentown, vemos el Catolicismo entretejido en cada aspecto de la educación. Desde el currículum de artes, deportes hasta la contratación de personal, las instalaciones y la recaudación de fondos – nuestra fe es el centro de todo lo que somos. Vemos a las escuelas Católicas no solamente como alternativa frente a las escuelas públicas, sino como una manera completamente diferente de ver el mundo. Nuestras escuelas pueden y volverán a ser de nuevo, el mejor medio que tiene la Iglesia para motivar a los jóvenes en la fe.
Nuestras producciones teatrales de la escuela secundaria y preparatoria les recuerdan a los asistentes sobre el compromiso que tiene la Iglesia con las artes. Los equipos de evangelización están surgiendo rápidamente tanto en las escuelas primarias como secundarias. Nuestros centros especiales de aprendizaje invitan a los estudiantes a encontrarse con Cristo a través de los Sacramentos. Nuestro personal está siendo formado en la fe mediante grupos de catequesis. En pocas palabras, nos estamos adentrando hacia una Educación Católica 3.0, y ¡es emocionante!
Existe razón evidente para el optimismo aquí en la Diócesis de Allentown como se puede ver dentro de nuestras 34 escuelas. Estoy agradecido por la confianza que las familias depositan en nuestras excelentes facultades y personal, y espero con ansias el próximo año de educación centrada en la fe.
Por Michael St. Pierre, Ed.D., Superintendente de Educación Católica de la Diócesis de Allentown.
