Noticias de la Diócesis de Allentown

Reflexión sobre el Evangelio | Primer Domingo de Adviento

Segunda lectura

1 Co 1, 3-9

Hermanos: Les deseamos la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Cristo Jesús, el Señor.

Continuamente agradezco a mi Dios los dones divinos que les ha concedido a ustedes por medio de Cristo Jesús, ya que por él los ha enriquecido con abundancia en todo lo que se refiere a la palabra y al conocimiento; porque el testimonio que damos de Cristo ha sido confirmado en ustedes a tal grado, que no carecen de ningún don, ustedes, los que esperan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él los hará permanecer irreprochables hasta el fin, hasta el día de su advenimiento. Dios es quien los ha llamado a la unión con su Hijo Jesucristo, y Dios es fiel.

Evangelio

Mc 13, 33-37https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/120323.cfm

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la madrugada. No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta”.

Reflexión

En el Evangelio de hoy, Nuestro Señor nos llama a dirigir nuestra atención a las últimas cosas, al fin de nuestra propia vida y, en la plenitud de los tiempos, al fin del mundo. Nos da dos mandatos enfáticos: “¡Velen!” y "¡Estén preparados!"

Estos mandamientos deberían formar los pilares de nuestra práctica en el Adviento, especialmente durante las primeras tres semanas, cuando la liturgia de la Iglesia se centra en la Segunda Venida de Cristo.

¿Qué es lo que debemos velar? Es el Maestro, Cristo mismo, quien regresará en un momento inesperado. Esperar el regreso de Cristo significa tomar medidas concretas para centrar nuestra mente y nuestro corazón en Él. Nos alejamos, por un tiempo, de nuestra rutina habitual del mismo modo que un vigilante sube a un muro o a una torre para tener una vista más clara. La Adoración Eucarística, la lectura orante de las Escrituras y la oración contemplativa como el Rosario son formas de esperar el regreso del Señor.

El segundo mandamiento que nos da Nuestro Señor es estar preparados. El estar preparado es una disposición, algo que podemos cultivar incluso cuando no estamos participando, exteriormente, en actos de oración. Mientras que observar dirige nuestra mirada hacia afuera, estar preparados significa ser conscientes de lo que sucede en nuestros propios corazones. ¿Adónde nos llevan nuestros pensamientos? ¿Acaso las ansiedades y los miedos nos impiden acoger al Señor en nuestro prójimo? ¿Nos está hablando Dios en los acontecimientos de nuestros días, llamándonos a crecer espiritualmente de alguna manera?

Juntos, velar y estar preparados espiritualmente nos disponen a recibir al Señor cuando y como quiera que venga. Son hábitos que deben desarrollarse y mantenerse a lo largo de la vida si queremos que nos sirvan bien al final de nuestra vida.

En este Adviento, fortalezcamos la práctica de velar y preparémonos, confiados en la gracia de Dios mientras esperamos el regreso de nuestro amoroso Señor.

Por favor cuenten con la certeza de mis oraciones ante Nuestro Señor, presente en el Santísimo Sacramento.

+Obispo Schlert



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