Noticias de la Diócesis de Allentown

Reflexión del Evangelio | XXXII Domingo ordinario

Primera lectura

Sab 6, 12-16

Radiante e incorruptible es la sabiduría;
con facilidad la contemplan quienes la aman
y ella se deja encontrar por quienes la buscan
y se anticipa a darse a conocer a los que la desean.

El que madruga por ella no se fatigará,
porque la hallará sentada a su puerta.
Darle la primacía en los pensamientos
es prudencia consumada;
quien por ella se desvela
pronto se verá libre de preocupaciones.

A los que son dignos de ella,
ella misma sale a buscarlos por los caminos;
se les aparece benévola
y colabora con ellos en todos sus proyectos.

Evangelio

Mt 25, 1-13

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: "El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.

A medianoche se oyó un grito: '¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!' Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: 'Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando'. Las previsoras les contestaron: 'No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo'.

Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: 'Señor, señor, ábrenos'. Pero él les respondió: 'Yo les aseguro que no las conozco'.

Estén pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora''.

Reflexión:

En el Evangelio de hoy, el Señor nos muestra otra imagen de la Iglesia. Debido a nuestra naturaleza humana caída, los cristianos podemos ser descuidados a pesar de la gran sabiduría que Dios nos da a través de las enseñanzas de la Iglesia.

En una homilía sobre esta parábola, San Agustín nos advierte que no nos apresuremos a pensar que somos más inteligentes que las “vírgenes descuidadas”. Después de todo, tenían virginidad espiritual, es decir, la virtud de la fe y el compromiso de vivir una vida cristiana. También tenían lámparas, es decir, buenas obras que mostraban la luz de Cristo ante los hombres.

Lo único que les faltaba era más aceite, es decir, una profunda reserva de caridad, o amor, en sus propios corazones. Así como el aceite sube a la superficie cuando se vierte sobre cualquier otro líquido, el amor es la mayor virtud. Como nos dice San Pablo, el amor “todo lo soporta”. Dura hasta el fin, mientras que todo lo que se hace sin caridad “se reduce a nada”. (1 Corintios 13:7-8)

De vez en cuando, necesitamos tomar un descanso de lo que estamos haciendo, incluso de las cosas buenas que hacemos por los demás, y mirar dentro de nuestro propio corazón. ¿Estamos motivados por el amor a Dios, o algo menos que eso, como lo es un deseo de aprobación humana?

Si descubrimos que nos falta caridad, no acudamos a “los mercaderes” del mundo, sino acudamos a Nuestro Señor, quien nos dará todo lo que necesitamos para vivir bien la vida cristiana. Él sólo está esperando que le preguntemos.

Tengan la seguridad de mis oraciones ante Nuestro Señor, presente en el Santísimo Sacramento.

+ Obispo Schlert



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