Noticias de la Diócesis de Allentown

Reflexión sobre el Evangelio: Segundo Domingo Ordinario

Primera Lectura

Isaίas 62, 1-5

Por amor a Sión no me callaré
y por amor a Jerusalén no me daré reposo,
hasta que surja en ella esplendoroso el justo
y brille su salvación como una antorcha.

Entonces las naciones verán tu justicia,
y tu gloria todos los reyes.
Te llamarán con un nombre nuevo,
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona de gloria en la mano del Señor
y diadema real en la palma de su mano.

Ya no te llamarán “Abandonada”,
ni a tu tierra, “Desolada”;
a ti te llamarán “Mi complacencia”
y a tu tierra, “Desposada”,
porque el Señor se ha complacido en ti
y se ha desposado con tu tierra.

Como un joven se desposa con una doncella,
se desposará contigo tu hacedor;
como el esposo se alegra con la esposa,
así se alegrará tu Dios contigo.

Evangelio

Juan 2, 1-11

En aquel tiempo, hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió la madre de Jesús. Éste y sus discípulos también fueron invitados. Como llegara a faltar el vino, María le dijo a Jesús: “Ya no tienen vino”. Jesús le contestó: “Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora”. Pero ella dijo a los que servían: “Hagan lo que él les diga”.

Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían para las purificaciones de los judíos. Jesús dijo a los que servían: “Llenen de agua esas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: “Saquen ahora un poco y llévenselo al mayordomo”.

Así lo hicieron, y en cuanto el mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber su procedencia, porque sólo los sirvientes la sabían, llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tú, en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora”.

Esto que hizo Jesús en Caná de Galilea fue el primero de sus signos. Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.

Reflexión

Hoy, nuestra Iglesia nos invita a meditar sobre el Milagro de Caná. Este momento “manifestó [la] gloria [de Cristo]…” y fue Su primera comunicación pública de Sí mismo. Así, este acto revelador nos muestra mucho sobre quién es Jesús y cómo actúa.

En los tiempos bíblicos, era tarea del novio proveer el vino para el banquete de bodas. Este hecho se ilustra en el Evangelio cuando el mayordomo se dirige al novio para preguntar por el vino nuevo. Entonces, ¿quién está actuando como el novio en esta boda en Caná? Es Nuestro Señor, Jesucristo.

Qué asombroso que el primer acto público de Jesús para demostrar Su gloria e identidad no fuera como sanador o salvador—aunque indudablemente era ambas cosas—sino como un novio amoroso.

En nuestra primera lectura, Isaías profetiza para la nación de Dios: “como el esposo se alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios contigo.” Vemos esto en acción cuando Jesús concede este regalo gratuito y sobreabundante al banquete de bodas. Los invitados ya habían disfrutado del vino, pero Él proveyó más y un vino mejor. El novio da regalos no basados en la simple necesidad, sino por el deseo de derramar más y más bendiciones sobre la novia.

Podemos considerar cómo un esposo santo hace un regalo de sí mismo, incluso con su propio cuerpo, a su esposa. No guarda nada para sí. Esta imagen del novio amoroso nos ayuda a ver cómo la historia de Caná prefigura el don total de sí mismo de Cristo en la Cruz. Jesús, el Novio, entrega Su Cuerpo por nosotros en el Calvario, y continúa haciéndolo en la Eucaristía. Jesús convirtió el agua en vino en Caná, y convierte el vino en Su propia sangre en cada Misa.

Por supuesto, no podemos pasar por alto que Jesús obró este milagro bajo la influencia de Su Santísima Madre. Cristo permitió que Su madre influyera en el momento y la forma de Su primer milagro. María conoce a Su Hijo mejor que nadie, y vio en Su compasión y sabiduría que este sería un buen regalo para que Su Hijo lo diera a esta pareja casada, y que sería la “hora” adecuada para que Cristo se revelara.

Podemos acudir todos a la Santísima Madre cuando necesitemos ayuda: ya sea que estemos planeando un gran evento o atravesando una prueba, pero también cuando necesitemos un recordatorio del amor que Cristo tiene por nosotros. Nuestra Madre nos llevará a un encuentro con el amor de Su Hijo, tal como lo hizo por todos en Caná.

Por favor tengan la certeza de mis oraciones por ustedes frente a Nuestro Señor, presente en el Santísimo Sacramento del Altar.

+ Obispo Schlert



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